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La
Antigua (ISSN 1010-8483; e- ISSN L 2710-7612
N°
84, Julio- Diciembre 2020
pp.
26 - 30
Miguel Ángel Barrera R., Arquitecto Estructural y docente de la USMA
Resumen:
A partir del principio de pensar y hacer, y en el contexto del
confinamiento obligatorio causado por la pandemia, se consideran las fallas=
de
la sociedad, particularmente en lo ambiental, arquitectónico y urbanístico,=
que
han salido a la luz ante la crisis sanitaria. Se analizan las medidas que
resultan necesarias para resolver, a través de la formación profesional,
algunos problemas inmediatos de adaptación y otros que surgirán luego de la
pandemia.
Palabras clave: calidad de vida, arquitectura formación profesión,
urbanismo, sociedad, pandemia
Abstract:
Starting from the principle of thinking and doing, and in the contex=
t of
the mandatory confinement caused by the pandemic, the failures of society a=
re
considered, particularly in environmental, architectural and urban matters,
which have come to light in the face of the health crisis. The measures that
are necessary to solve, through professional training, some immediate probl=
ems of
adaptation and others that will arise after the pandemic are analyzed.
Keywords: quality of life, architecture training profession urban
planning society, pandemic
En el marco de la situación pandémica que azota el mu=
ndo,
muchos se detienen a pensar hacia dónde vamos, con más insistencia y
preocupación ante una encrucijada que los deja perplejos. Un problema
filosófico que puede resultar incomprensible ante los ignotos motivos reales
que impulsan la reflexión en esa dirección.
¿Cuál sendero debemos seguir para llegar al refugio? =
La
cuestión no es tan simple. La pregunta no es nueva, ‘a donde nos lleve la
historia... a dónde nos lleve el Hado, que en la historia es ley de liberta=
d’
respondió de Unamuno.
La respuesta supondrá plantear retos, metas, estrateg=
ias,
nuevos cuestionamientos, repensarnos, trazar el futuro que queremos vivir y
poner los esfuerzos que sean necesarios. Pensar y hacer.
Aquí reflexionaremos sobre varios temas: educación y
profesión, calidad de vida y arquitectura como medio (no como fin).
El encierro ha desatado muchos sentimientos, habilida=
des
y motivaciones que por mucho tiempo se veían frustrados, truncados u olvida=
dos
por diversas razones. En cada caso, el conocimiento ejerce un papel
preponderante para que cada individuo pueda desenvolverse de manera efectiva
dentro del mundo social, aunque mantuviese reprimidas algunas cualidades, en
ocasiones inconscientemente. Esa acumulación de conocimiento promueve el
sentido de trivialidad y sentido común, a la vez que nos permite disfrutar =
de
lo que conocemos como normalidad. Ahora bien, el tema es que nuestra normal=
idad
ya no existe, todo cambió.
Entonces, ¿qué hacemos?
En lo individual, nos toca despejar la mente, revolve=
r en
el pensadero (como hacia Albus) y redescubrir esos pensamientos,
preocupaciones, metas o ilusiones que alguna vez nos planteamos, y ponernos
manos a la obra para lograrlos. En lo colectivo la cosa es más complicada, =
pues
implica aplicar conocimiento colectivo, el cual es más difícil de aplicar q=
ue
el conocimiento individual, aunque hay que reconocer que la aplicación de
conocimiento colectivo brinda soluciones más duraderas, pero más difíciles =
de
desarrollar. Aquí radica el reto de nuestro primer tema: educación
-circunscrita en la academia universitaria- y profesión.
La dinámica de la vida social, aunque sea vía
telepresencia como la estamos llevando, permite que las profesiones resalte=
n,
sean reconocidas y valoradas por el aporte de bienestar y desarrollo que
brindan. Me refiero al empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el
que percibe una retribución, según define RAE profesión. Este planteamiento
sustenta la trascendencia de la educación universitaria, los procesos de
enseñanza que hoy se llevan desde las aulas de la realidad virtual. Procesos
que siguen llamados a realizarse desde una visión integral de la educación,=
no
solo de las materias individuales, sino de la colectividad que completan el
plan de estudios y valores de la universidad. Se ha de continuar formando a=
los
hombres y mujeres que, con los conocimientos adquiridos, habilidades
desarrolladas y la internalización de principios y valores, servirán a la
sociedad. Asimilar principios y valores demanda un esfuerzo para que el
concepto llegue a formar parte de la personalidad, aquí reside el mayor reto
docente. Es cierto que ser facilitadores y transmisores del conocimiento
colectivo no es fácil, pero infructuoso e imperdonable sería que se realice
efectivamente la transferencia de conocimiento sin lograr que se materialic=
e el
alto grado de compromiso consigo mismo requerido para que el futuro profesi=
onal
internalice los principios y valores necesarios para ejercer su rol en la
sociedad. No lograr esa asimilación aumentará el déficit de liderazgo que
venimos sufriendo. Quien no admita o acepte sus errores, tampoco aceptará
consejos de los demás, lo que implica ausencia de cambios, un evidente
desinterés en experimentar mejoras en la personalidad, falta de compromiso
consigo mismo. Un verdadero líder se reconoce imperfecto, y está dispuesto a
cambiar en busca de la perfección. ¿Qué hay mucho trabajo?, desde niños nos
inculcan comportamientos basados en el egoísmo. Pensemos en las fiestas
infantiles de cumpleaños y la famosa piñata que no podía faltar: arrebatar y
quitar a los demás con el objetivo de acaparar para uno mismo. Y así una se=
rie
de actividades “culturales” desviadas. Hay que enrumbar los esfuerzos en
revertir estos patrones, comenzando siempre en lo individual. Las casas de
estudios suelen demostrar su preocupación por el “perfil del egresado”, el
producto que envían a la sociedad: el profesional; pero se observa poco int=
erés
en reclutar y formar el cuerpo docente para asegurar que sean profesionales=
que
hayan asimilado los principios y valores que se pretende sean cultivados en=
los
estudiantes. No se puede dar lo que no se tiene. No se puede inculcar
principios y valores que no se poseen. Allí está el reto para la educación y
profesión.
La cuarentena ha dejado en evidencia muchas fallas
sistémicas, una de ellas es cómo ha ganado muchísimo terreno el apetito vor=
az
del negocio inmobiliario que, en aras de mejorar los “tontos” porcientos de=
las
utilidades, se han hecho con la eliminación de espacios ‘no fundamentales’ =
que
ahora se echan de menos en muchos hogares para tolerar el encierro. La crisis ha dejado al descubierto la f=
alta
de valor que se le da al espacio público, por estar centrando los esfuerzos=
en
resolver un estilo de vida basado en la movilización individual y no en la
colectiva. Aquí aplica lo mismo, es más fácil resolver lo individual, aunque
las soluciones colectivas son más duraderas, pero más difíciles de desarrol=
lar.
Ojalá se cree la consciencia colectiva de la importancia que tiene el espac=
io
público, ese parque, esa acera, ese comercio de barrio al que puedes ir a p=
ie o
en bicicleta. La incertidumbre debería provocar un replanteamiento integral=
de
estos espacios, entendiendo profundamente para qué deben ser creados, más a=
llá
del corto plazo o el uso como anzuelo para lograr las ventas de unidades
departamentales de vivienda u oficina. La emergencia pone de manifiesto los
retos medioambientales. Se ha demostrado que los líderes de las naciones, s=
i se
lo proponen, actúan en consecuencia de las necesidades inmediatas. Las
universidades y la sociedad han de mantener el tema ambiental en agenda:
incluir criterios de calidad biológica y calidad de aire en nuestros centros
urbanos. Preocupa la migración humana desde los campos hacia las ciudades.
¿Quién continuará trabajando la tierra para resolver la problemática
alimentaria? Seguir densificando los centros urbanos hace más complejo el
control de pandemias.
La crisis nos despertó, ahora estamos más omnipresent= es que nunca. Hiperconexiones, virtualidad a su máxima expresión, un resultado perfecto del concepto globalización, tanto en la transmisión del virus, com= o en el desarrollo y aplicación de tecnologías para continuar con nuestras vidas= . El factor que se ha de analizar ahora es arquitectura y calidad de vida. La flexibilidad de los espacios será estudiada con más profundidad, el cambio = del modelo económico forzará a que los edificios existentes puedan adaptarse y reutilizarse, lo que conlleva plantear nuevas normativas para cumplir los criterios de adaptabilidad y flexibilidad. Los entendidos en la materia, especialmente expertos docentes universitarios con amplio conocimiento del mercado, deben liderar las discusiones que permitan definir esas normativas. Estos cambios requeridos en las normativas no solo aplican para el uso de edificios o espacios públicos, sino también para la realización de las clas= es virtuales, definiendo las materias que realmente requieren de una presencia física, y permitir mayor aplicación de la virtualidad una vez se abran todos los bloques cesantes. Cambios en vías de mejorar la calidad del aire exigen= cambios en la organización del espacio. Corresponde a las facultades de arquitectura replantear el uso de sistemas de aire acondicionado, el cual, además de representar un ahorro significativo en la operación y consumo de energía, será una contribución a= l cuidado del ambiente. Se debe impulsar la creación de investigaciones que fomenten = el análisis de cómo deben cambiar los materiales arquitectónicos centrados en construir ciudades y espacios más sostenibles y saludables. El problema de = la migración de la gente del campo hacia la ciudad no va a cambiar. Hemos de proponer soluciones que integren la vida en la ciudad y la producción alimentaria. Un volver al origen, en sentido de autoproducción de alimentos, sin desmejorar las condiciones de calidad de vida. Pensar las condiciones q= ue afectan el continuar e intensificar el desarrollo del campo para convertirl= os en ciudad, pues un crecimiento descontrolado podría ser contraproducente. <= o:p>
La arquitectura y el urbanismo se adaptan con el paso=
del
tiempo a las nuevas realidades, recordemos que ambas disciplinas se basan en
conocimiento colectivo. Se van incluyendo nuevos conceptos de seguridad e
innovación. Contamos con logros de desarrollo y aplicación de tecnologías
adaptables a construcciones que disminuyen los tiempos de construcción, y p=
or
ende los costos; mediante materiales, sistemas constructivos y estructuras =
que
permiten edificar a velocidades sorprendentes. La tecnología disponible ha
definido los métodos constructivos y, por ende, la arquitectura cambiando la
morfología de las edificaciones, y produciendo cambios vertiginosos en la
fisonomía de las ciudades. Ya en nuestra ciudad se logra ver edificios amor=
fos,
con geometrías muy irregulares y dinámicas; producto de las herramientas
tecnológicas que desde el diseño y construcción hasta la ocupación de los
edificios permiten estos avances. Pero, ¡la calidad de vida no está en la
forma!, está en la función y en la correcta definición de los espacios
diseñados tomando en consideración todos los aspectos de la vida que se
desarrollará en ellos. No podemos quedarnos cortos en el alcance tecnológic=
o ni
tampoco en lograr soluciones eficientes que realmente den calidad de vida. =
Esto
pone a prueba nuestra disponibilidad y actualidad del stock de conocimiento
colectivo y la capacidad de aplicarlo. Adquirir conocimiento se logra de fo=
rma
íntima y subjetiva, dentro de situaciones que pueden ser rutinarias o
problemáticas. Vamos rumbo a convertir una situación problemática, que requ=
iere
de una interpretación posterior al no ser parte de nuestro acervo, en una n=
ueva
normalidad volviéndola rutinaria, que de por sí ya contamos con soluciones
automáticas. Es decir, que después de una reflexión retrospectiva, analizam=
os,
comprendemos e integramos al sentido común, al conocimiento individual. Como
mencioné al inicio de esta reflexión, el conocimiento ejerce un papel
preponderante para que cada individuo pueda desenvolverse de manera efectiva
dentro del mundo social, de esta manera al experimentar una situación
específica, mediremos los resultados aumentando nuestro conocimiento
individual, que luego al aplicarlo y compartirlo aumentamos el conocimiento
colectivo.
Los retos son grandes, pero se atienden desde lo pequ=
eño
y de forma individual. Una cosa a la vez. Con determinación, perseverancia y
optimismo se logra el resultado esperado. Lo importante para iniciar es
reflexionar sobre la realidad que vivimos, de dónde venimos y hacia dónde
vamos. Cada uno, desde su trinchera, procurando aumentar el acervo. La hist=
oria
nos demuestra que nuestro principal enemigo somos nosotros mismos, que pode=
mos
limitar nuestras acciones con pensamientos no adecuados. Los docentes y
profesionales tenemos una meta trascendental: practicar un ejercicio
profesional ejemplar y transmitir el conocimiento individual; lo que implica
entrega, pasión, responsabilidad, honestidad, compromiso y respeto en grand=
es
dosis. Virtudes humanas que requieren del cultivo metódico y constante para
hacerlas parte de la personalidad. Estamos obligados a superar nuestros mal=
os hábitos
(vicios) y lanzarnos en la consecución de los buenos hábitos (virtudes). La
realidad reitera que estamos dispuestos a aprender y estudiar en entornos
flexibles, tendencia que tiene un papel importante y un potencial que apenas
comenzamos a explorar con las clases virtuales. La pandemia nos ha obligado=
a
hacer compatible, en un mismo ambiente, actividades laborales, familiares y
personales. Las clases virtuales y el teletrabajo ofrecen mayor autonomía e
independencia para el desarrollo del propio proceso de aprendizaje. Toca bu=
scar
favorecer la motivación intrínseca de lograr el conocimiento individual, es=
te
sería el reto del docente o el profesional, pues una clase virtual o el
teletrabajo no es para nada parecido ni comparable con las clases presencia=
les
o el trabajo en una oficina. La virtualidad tiene muchas ventajas, y los
primeros resultados son positivos, poco a poco nos vamos adaptando a cumplir
nuestros deberes de forma virtual hasta donde las condiciones particulares =
lo
permitan. Hay herramientas para todo, los avances tecnológicos en el desarr=
ollo
de aplicaciones dedicadas lo demuestran: desde hacer una encuesta, usar un
tablero digital, dejar grabadas las clases o reuniones para futura referenc=
ia,
hasta llevar una bitácora digital de todo lo realizado o escribir este artí=
culo
desde la comodidad de un sofá escribiendo directamente en el teléfono móvil,
por citar solo algunos ejemplos.
La virtualización de la educación demanda incorporar
tecnologías y adquirir competencias de parte de todos los actores. Igual pa=
sa
con el teletrabajo. La disciplina es una virtud esencial para el éxito en e=
sta
modalidad. A pesar de la existencia de manuales de buenas prácticas y el
cumplimiento de sus lineamientos, se requiere del compromiso de cada actor.=
Hay
que mantener la motivación, esto no se logra con herramientas digitales. Se
logra teniendo metas claras, objetivos públicos e interesantes, y lo más
importante trabajo en equipo.
La situación actual no termina de traer sobresaltos, =
una
crisis se caracteriza por no ser calmada ni pausada, está en constante
evolución. Las consecuencias radicales a las que nos hemos tenido que adapt=
ar y
readaptar durante el proceso de la crisis, así como los cambios profundos y
súbitos, nos obligan a plantearnos hacer una revolución. Al inicio de la
pandemia reflexionaba sobre la revolución arquitectónica: materialidad virt=
ual.
Hoy concluyo que hay que ir a por más. La revolución debe ser integral, la
educación, el comercio, el desarrollo, todo va a cambiar; hemos de preparar=
nos
y ser lo suficientemente flexibles para superar esta dura etapa de cambios.
Confío en que saldremos victoriosos, con mayor conocimiento y experiencia,
siempre que metamos el hombro para lograr los cambios necesarios que se
requieren ante esta adversidad.