MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20" This document is a Single File Web Page, also known as a Web Archive file. If you are seeing this message, your browser or editor doesn't support Web Archive files. Please download a browser that supports Web Archive. ------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"

La Antigua (ISSN 1010-8483; e- ISSN L 2710-7612

84, Julio- Dici= embre 2020

pp. 110 - 123

 


GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA MODERNIDAD

Damaris Serrano, Ph.D.[1], Wright State University

 

Resumen:

Gabriel García Márquez (1927-2014) es uno de l= os autores en lengua hispana más conocidos en todo el mundo. Su narrativa está basada en el realismo mágico. En este ensayo, la autora describe y comenta = las principales características de ese realismo mágico en la obra del célebre a= utor colombiano.

 

Palabras clave: literatura, Gabriel García Már= quez, realismo mágico, modernismo.

 

Abstract:

 

Gabriel García Márquez (1927-2014) is one of the best-known Spanish-language authors in the world. His narrative is based on magical realism. In this essay, the author describes and comments on the ma= in characteristics of this magical realism in the work of the famous Colombian author.

 

Keywords: literature, Gabriel García Márquez, magical realism, modernism.  <= /o:p>

 

 

EL APORTE: EL REALISMO MÁGICO ENFRENTA LA MODERNIDAD IMPUESTA Y LASTRADA

 

A = los latinoamericanos nos gusta enarbolar la expresión “la vuelta de las carabelas”, para referirnos a la manera como = el Modernismo literario, cuyo precursor fuera Martí, renovó la lengua española.  Posteriormente, cuando d= el joven Rubén Darío, Baroja dijo –polémicamente-- que “... es escritor de muc= ha pluma: se nota que es indio” y Valera aseveró (en Cartas Americanas) --= por el contrario y en tono de justeza-- que en Azul= (1988) “el lenguaje persist[ía] español, legí= timo y de buena ley”, quedó claro que, en adelante, y pese a todo, de Nuestra América partirían las propuestas renovadoras que habría que “alcanzar o traspasar” (a decir de Paz, sobre Rubén Darío). Desde ese Darío “fundador” (Paz)[2] o “libertador” (Borges= )[3] a un García Márquez que ha “jugado en el cine latinoameri= cano un papel similar al que jugó en la literatura mundial” (énfasis, Ped= ro Rivera),[4] l= os grandes movimientos literarios de América Latina se han propuesto resolver = los desfases culturales –y de toda índole- que impuso la Modernidad traída en l= as dichas carabelas, e impuesta en América.

 

La Modernidad lastrada de esquemas políticos inoperantes --y ya agónicos para el siglo XVI-- produjo, en primer lugar, gobiernos en destiempo y enfermos, pero ante los cuales llegamos a bajar la cerviz, como denunciaba el apóstol Martí: ”¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan= , porque llevan delantal indio, de la madre que los crio, y reniegan, ¡bribones!, de= la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades” (= Nuestra América, 112= ).  Por esa actitud, a partir de la indepen= dencia de España, la lucha de los poderes por mantener los privilegios, afinca los grandes males sociales y económicos... y desata otros. 

 

Ante eso, el gran papel de estos movimientos de la Modernidad nacidos en América será doble: 

  1) Por un lad= o, emplear de una manera contestataria, renovadora, las estrategias culturales transmitidas por la mano del amo. Así lo hizo el Modernismo, sobre todo en = la estructura y la sintaxis, y así el Realismo Mágico en la manera de construi= r el relato, la utilización del tiempo textual alusivo a la historia y la reutilización de los temas del canon, con un rielar de aguas, selvas, soles contrapuesto a la percepción eurocéntrica de la realidad.=

  2) Por el otr= o, estos movimientos pretenden saldar la deuda social infligida al pueblo desd= e la Colonia, ya fuera por encomenderos, terratenientes, ´manos muertas ´= [5] o bur= guesía comercial criolla.

 

Po= r su lado, el pueblo para el cual García Márquez llenaba “una página en blanco [...]  con la = única misión [de hacerle la vida..] más feliz a un lector inexistente”[6] ha apoyado esa apuesta desde una variedad de posiciones lectoras:  tomando la obra como libro de cabecera o como denuncia velada de vis= os políticos, pero siempre participando con fuerza de esa consigna de re/crear-descubriendo la magia latente en territorios y tradiciones americanos.

 

En= una novela publicada en el año 85 del siglo pasado, pero cuyo tiempo int= erno alude a una crónica de siglos, se ha impuesto con fuerza ese relativismo productivo. El amor en los tiempos del cóler= a, libro de cabecera de multitud de lectores, encierra en sus aforismos una resistencia ante “la soledad de América Latina”[7] y una propuesta de perseverancia clarividente por el amor... y por la vida.<= /p>

 

Las conexiones espirituales

Conexión 1: ¿Influencias?

 

Con la obra de Gabriel García Márquez sentimos no que América se asimila al mundo, sino que el mundo se asimila a nosotros.<= /o:p>

 

Mucho se ha escrito sobre la justificación y las fuentes griegas –o clásicas- de esta obra (por ejemplo, que el argumento de = Antígona apare= ce en La hojarasca<= span lang=3DES-TRAD style=3D'mso-bidi-font-size:13.5pt;font-weight:normal'>), pe= ro el lector no designado (no el especialista) llega a aquella tradición <= i>culta a través de las costumbres cotidianas y de la acomodación a lo caribe de los grandes temas, inmersos en el sabor de las consejas o de las leyendas.<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  Así, en El amor en los tiempos del cólera, com= o una nueva sirena tentando a Ulises y a su tripulación, o como una Loreley caribe, los pasajeros del buque <= i>La Nueva Felicidad, especialmente Fermina Daza, observan a la mujer que intenta atraer el buque al remolino para hacerlo encallar:  una mujer vestida de blanco [..= .] hacía señas con un pañuelo” (452).  En la magia-real de las leyendas latinoamericanas, “Fermina Daza no entendió por = qué no la recogían, si parecía tan afligida, pero el capitán le explicó que era= la aparición de una ahogada que hacía señas de engaño para desviar los buques hacia los peligrosos remolinos de la otra orilla” (452).  El trasfondo de la alusión clásica adop= ta el más prístino realismo mágico, pues la aparición ocurre como algo cotidia= no y familiar: “Pasaron tan cerca de ella que Fermina Daza la vio con todos = sus detalles, nítida bajo el sol, y no dudó de que en realidad no existi= era, pero su cara le pareció conocida” (452, énfasis).<= /p>

 

El Realismo Mágico, como movimiento, captó “el misterio= que palpita en las cosas” (Luis Leal, 1967, cit. por José Saldívar 91) e hizo d= esde el inicio una selección a favor de una masa de interlocutores, sin excluir a nadie.  Al respecto de las influenc= ias que se le atribuyen, en un estudio sobre intertexto y autotexto,[8] M= arta Rivera de La Cruz recoge este curioso testimonio del autor: 

“yo empecé a leer a Faulkner por pura curiosidad, trata= ndo de descubrir en qué consistían las influencias que me atribuían los crítico= s”.

(5 < http://www.ucm.es/info/especulo/numero6= /intertex.htm>)= .

Esta aseveración, típica en la atmósfera que rodea las relaciones entre el escritor –cualquiera-- y sus críticos, en García Márquez adquiere un sentido vivencial, porque el Realismo Mágico es afín a la problemática del pueblo latinoamericano.  En una entrevista, García Márquez explica cómo comprendió las razone= s de esta atribución: 

 

 

Y así= me formé yo dentro de esa nueva novela, cuyos faros […] eran principalmente Hemingway –en ese momento- y Faulkner, pero hay muchos: está Dos Passos, Steinbeck, Lewis, y en eso nos metíamos, y la diferencia es que nos metíamos a estudiar en serio cómo eran estas cosas y = ahí descubrí yo que había una gran afinidad entre los novelistas del Sur de = los Estados Unidos y la realidad que yo había conocido en Aracataca, por una ra= zón sencilla:  Aracataca era una ciudad= , era un pueblo bananero y había sido construido por la compañía bananera, la United Fruit Company, y l= os campamentos que ellos hacían en los pueblos mismos se parecían mucho a los pueblos del Sur de los Estados Unidos y, entonces, esto que me asombrab= a y me conmovía a mí de Faulkner no sé si era por lo que me estaba contando él = de su tierra o por la identificación que encontraba yo con Aracataca y con mi infancia. Y empecé a darme cuenta de que las bases y las fuentes de mi literatura y de lo que yo podía contar, realmente sacado de las tripas, no estaba en las lecturas que tenía en Zipaquirá y que tenía en Bogotá, y en última instancia no estaba en ninguna lectura. Las lecturas de los norteamericanos me sirvieron para descubrir que ya lo tenía adentro y entonces fue cuando agarré el verdadero camin= o.

(Énfa= sis<http://www.youtube.com/watch?v=3Dh7FU5j7Wwgk)> [9]

 

La conexión es la vida, la solidaridad con la gente, esencialmente similar en todas partes. En su extensión, la obra de Gabriel García Márquez (en sus novelas, su periodismo y desde la Asociación de Cine Latinoamericano) pone claro el dictamen de Martí:

El espíritu del gobi= erno ha de ser el del país [,,,].  Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano. Y = si sale agrio, ¡es nuestro vino!  = Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; ... (Nuestra América 112-7, énfasis).

 

La similitud en el dolor hermana en esencia a los puebl= os; pero la literatura recrea cada espacio con personalidad propia. En ese proc= eso de crear conexiones espirituales también hay una fuerte denuncia a los males sucesivos de la historia latinoamericana.  En El amor en = los tiempos del cólera se vive un rescate de esa historia en alucinantes descripciones típicas del Realismo Mágico: Fermina Daza y Florentino Ariza  atestiguan, desde el buque La Nueva Felicidad, la violencia y el ocultamiento de los gobiernos y sus conflictos: <= /span>

             Por la noche no los despertaban los cant= os de sirena de los manatíes        en los playones, sino la tufarada nauseabunda de los muertos que     pasaban flotando hacia el mar.  Pues ya no había guerras ni pestes pero     los cuerpos hinchados seguían pasando.  El capitán fue sobrio por una      vez:=   <<Tenemos órdenes de decir a los pasajeros que son ahogados         a= ccidentales>> (458).

 

 

 

 

Los cuerpos flotantes, son producto de la realid= ad política, pero el texto, aparte= de arma de denuncia, es como un oxímoron:  la magia de la alucinant= e realidad americana estriba en su m= isma existencia cercana y tangible para el lector.  Por eso en su conciencia se registra como normal que…

            …escombros de buques históricos, desde los primitivos de una sola          chimenea, inaugu= rados por Simón Bolívar, hasta algunos tan recientes   que ya tenían ventiladores eléctricos en los camarotes [fueran]=             desmantelados para utilizar los materiales en otros buques [y que]         =     muchos est[uvieran] en tan= buen estado que parecía posible darles u= na mano de pintura y echarlos a navegar, sin espantar las iguanas ni             = desmontar las frondas de grandes flores amarillas que los hacían más     nostálgicos (énfasis, 252-3).

En un continente como el nuestro, donde conviven escenarios futuristas y comunicaciones cibernautas con escondidas tribus amazónicas en estado casi prehistórico, escenas  como estas son aceptadas de inme= diato, no solo como ficcionalmente verosímiles, sino como verdades de un mundo a la vez primitivo y globalizado.

 

“¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?[10]

&nbs= p;

Cuando la expedición de Hernán Cortés avistó Tenochtitlán, a sus pies cobró vida para ellos el Diario del Almirante Coló= n, en que se describían realidades de maravilla –adjetivo de uso común por los conquistadores--.[11] =

 

Para la mentalidad española era, de hecho, alucinante, el que Tenochtitlán fuera “tan grande como Sevilla y Córdoba [y= que tuviera] otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca”.[12] Igualmente, Bernal Díaz del Castillo en La Historia verdadera de= la conquista de la Nueva España usa palabras vinculadas al m= ismo campo semántico de “maravilla”: “…nos quedamos admirados y decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el li= bro Amadís, por las grandes torres y edificios que tenían dentro del agua y tod= os de cal y canto y aun algunos de nuestros soldados decían que si aquello que veían si era entre sueños y no es de maravillar que yo escriba aquí de esta manera, porque hay mucho que ponderar en ello” (énfasis).[13]=

 

Siguiendo esta línea espiritual que ha caracterizado a = los escritos en el Nuevo Mundo, se entiende que la denuncia subyacente en el Realismo Mágico, guarde relación –en contrapunto complementario—con la muy citada pregunta de Alejo Carpentier para definir lo Real Maravilloso: “¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?= ”[14]<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  La actualidad de esta manera de percibi= r y de crear aparece a cada paso de la obra de García Márquez, crónica, sí, pero de una historia tejida de desasosiegos y ‘entuertos’ que solo el texto literar= io logra ‘desfacer’. Lectores del patio –y ajenos—entienden la gran carga alusiva (política, social, económica, sociológica e histórica) que tanta maravilla encierra.

 

Para entender dicho efecto de cotidianidad alucinante, valdría comparar esta forma de relato americano con el Surreali= smo bretoniano frente al cual Carpentier dedujo  su concepto:  mientras aquel= los estrujaban la realidad ‘eurocéntrica’ tratando de sacarle su naturaleza mág= ica, dicha naturaleza –argumentaba el cubano-- ya estaba presente aquí, desde siempre, en la realidad americana.[15]<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  García Márquez lo demuestra en El amor en los tiempos del cólera, donde “la maravilla” no es = sino la magia cotidiana de América.

 

Conexión = 2:  El Realismo Mágico: cotidiano y nuestro=

 

 

Con base en esta realidad, los “cuerpos” flotant= es del Río Magdalena que ven Fermina Daza y Florentino Ariza, no son menos “maravillosos” que aquellos que los directores del primer Ferrocarril Transcontinental por Panamá (1850-5), vendieron para “resarcirse de las pérdidas” (Amado Araúz 16) y debido a las “continuas deserciones y muerte de sus obreros” (16): “El negocio empezó durante el primer año de construcción cuando luchaban en los pantanos y no podían ubicar tierras  más altas para disponer de un cementeri= o y sepultar a los centenares de muertos” (16).  Estos cadáveres eran enviados a las escuelas de medicina de Europa, según consigna el investigador.

 

Pero Gabriel García Márquez, el narrador, alude = en El amor en los tiempos del cólera al espacio geopoético del Istmo, en varias ocasiones, con ese gesto de sorpresa agridulce ante el destino desamparado de nuestros pueblos.  Igual habla de la fiebre amarilla de la cual huyó el chino que ganó = los Juegos Florales, que de “la reclusión” en los hospitales de Panamá, “penite= ncia obligada en la vida de los ricos” (317-8) adonde huían escondiendo sus enfermedades indecibles y de donde volvían con “el abdomen atravesado de costuras bárbaras que parecían hechas con cáñamo de zapatero” (318).  Entonces los lectores nos percatamos de= que el “galpón blanco extraviado en los aguaceros prehistóricos del Darién” (31= 7) es como los hospitales de la época de construcción del Canal Francés, cuand= o la ignorancia sobre lo que producía la fiebre amarilla, se albergaba en las plantas ornamentales del hospital, rodeadas de agua estancada –caldo de proliferación de los mosquitos.  Co= n la obra de García Márquez, el efecto m= ágico del relato se conecta con la dramática historia[16] previa al descubrimiento de los métodos para erradicar la enfermedad, y que= el lector ha aprendido en los textos, como una calamidad de la exuberante selva americana.

 

Las alusiones a Panamá en la obra garcimarquiana son de resonancias múltiples. Para cua= lquier panameño, el famoso inicio de Cien años de soledad --“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aurel= iano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo“ (Garc= ía Márquez 9)--, recuerda la época del “Gold Rush”, cuando la idea de “traer e= sta delicia [para] soportar el clima tórrido de Panamá” (Araúz 15) se convirtió= en el negocio que produjo “La Ruta del Hielo”. ¿No es Realismo Mágico el que “= La “Compañía Hielera de Boston y Panamá” [diera] la vuelta por el Cabo de Horn= os para traer 700 toneladas de hielo, de las cuales 100 to= neladas  ya se perdían en el camino desde= el Norte, y 400 se fundieran ¡en los tres kilómetros! que media= ban desde la Bahía de Panamá hasta el depósito en la ciudad? (Amado Araúz 15, énfasis).

 

Además, la conexión entre lo mágico y lo contest= atario provoca emplazamiento y desrealizac= ión de los espacios geográficos donde el relato fluye.  Por ejemplo, en El amor en los tiempos d= el cólera, París es la ciudad de un Víctor Hugo que el Do= ctor Urbino llega a ver “muy viejo, moviéndose a duras penas, con la barba y el cabello menos radiantes que en sus retratos, y dentro de un abrigo que pare= cía de alguien más corpulento” (223). Así el narrador presenta el viejo contine= nte simbolizado en Víctor Hugo: una visión grata, pero “casi irreal” (223). 

 

En esta novela, los mitos de la Modernidad apare= cen en franco desfase. En una escena del viaje de bodas, pareciera haber un jui= cio desde América hacia la realidad europea, cuando los esposos presencian “con= el corazón dolorido desde la ventana de su hotel, el incendio pavoroso de casi todas las góndolas de Venecia frente a la Plaza de San Marcos” (cita parafraseada 223). En toda la novela (que es del año 85), el efecto de depauperación de las costumbres y las estructuras, está conectado con las enormes dislocaciones temporales entre los continentes, impuestas en América desde la época colonial. Las alusiones al lujo de alfombras compradas por Fermina Daza en la Exposición Universal del París (31) o al primer viaje en globo o a los aviones (417) se contrastan con las secuelas que dejara el sistema colonial, culpable de la esclavitud, la pobreza y… el cólera. Como diría el ensayista Pedro Rivera, la conquista española impuso un sistema fe= udal obsoleto ya para entonces.  En El amor en los tiempos del cólera se ven claramente las consecuencias de lo que el escritor panameño ha acuñado como “cultura de la pobreza”.[17]  Cuando el Doctor Urbino va a conocer a = la amante de su compañero de ajedrez, Jeremiah de Saint-Amour --recién suicidado-- es visible la herencia de males heredados (e impuestos) desde el Enli= ghtment europeo:

            …aquella pestilencia tantas veces idealizada por la nostalgia se convirtió en una realidad inso= rportable cuando el coche empezó a dar saltos por    =   el lodazal de las calles donde los gallinazos se disputaban los             desperdicios del matadero  arrastrados por el mar de leva.<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  A diferencia    de la ciudad virreinal, cuyas casas eran de mampostería, allí estaban        hechas de maderas descoloridas y te= chos de cinc, y la mayoría se             asentaban sobre pilotes para q= ue no se metieran las crecientes en los       albañales abiertos heredados de los españoles.  Todo tenía un aspecto      miserable y desamparado, pero de las cantinas sórdidas salía el trueno de música de la parranda sin Dios ni ley del Pentecostés de los pobres     (22, énfasis).

 

Irónicamente, con las ideologías nos inculcaron = los usos y la aquiescencia ante estructuras caducas e insalubres… y hasta alienantes. La (in)certidumbre del autor ante esta síncopa de tiempos se advierte en el discurso de recepción del Premio Nobel en el año 1982, cuando García Márquez compara la trayectoria de ambos continentes. Nuestra reciente historia muestra en un corto lapso la densidad de [u]na realidad que no es la del papel, si= no que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas”= [18]

 

Así, en boca de Fermina Daza,= los logros de la Modernidad europea quedan destronados de un plumazo:  …cuando re= gresó a casa […] lo primero que le preguntaron en el puerto fue cómo le habían pare= cido las maravillas de Europa, y ella resolvió dieciséis meses de dicha con cuat= ro palabras de su jerga caribe:  =

  --Más es la bulla” (224-5).

 

 

Conexión 3: las voces marginales construyen el mundo

 

Una de las renovadas discusiones sobre la literariedad es la del contacto entre la alta y la baja cultura.  Y un= o de los grandes aportes del Realismo Mágico en esta discusión es el de haber logrado ´contar´ las realidades de = Nuestra América usando el sistema eurocéntrico –sus mitos y esquemas, sus estructuras y temáticas ‘clásicos’--, pero en conexión e identificación di= recta con las vertientes de la cultura popular y, en lo político y social, como un conducto de denuncia de las preocupaciones del pueblo americano:  “García Márquez´s<= /span> concept of Magic Realism presupposes the narrator´s identification= with the oral expresión <= span class=3DSpellE>of popular cultures in the Third World pueblo= .  In other words, the narrative dramatization of Magic Realism is usually expressed through a collective voice, inverting, in a jesting manner, the values of official culture”= (Saldívar 94-5, énfasis). =

 

La= inversión de “lo oficial” por obra y gracia del empuje de “lo marginal” se erige como premisa de las tendencias literarias.  Lo popular alimenta lo culto. Lo culto se remoza en la corriente popular. La Modernidad, tal cual vino en las carabelas, se cimbra.[19]  

 

Es= te aserto cobra una gran actualidad cuando hoy, por ejemplo, reclaman pertenencia a e= ste movimiento del Realismo Mágico garcimarquiano, escritoras que podrían tomarse como subalternas dobles en la teoría postcol= onial: ser mujer y escribir sobre la negritud, usando, además, un código lingüísti= co dominante (el Inglés –así, con mayúscula--, pero adaptado a los idiolectos de sujetos marginales que lo enriquecen, formando otro inglés –así, con minúscula).  = Es lo que ocurre con  la obra de Ntozake Shange Sassafrass, Cypress & Indigo (1982), cuyo rescate de los va= lores “afroamericanos” liga la literatura escrita en el Norte de Nuestra América con el Realismo Mágico latinoamericano. 

 

Se= gún José Saldívar en “The Real and = the Marvelous in Charleston, South Carolina” (Dialectics of Our America), Shange ha militado en un grupo de intelectuales asociados con Casa de Las Américas y en sus obras A Daught= er´s Geography (1983) y See No Evil (1984), mostró interés en las revoluciones cubana y sandinista.  = S= egún = Saldívar, tanto Toni Morrison como S= hange “were profoundly engaged in a bold cultural conversation with the Afro-Caribbean and Latin American tradition of Magic Realism” (89).  La denuncia –y reivindicación del rol femenino-- que vemos  en  El amor en los tiempos del cólera (con Leona Cassiani, la negra = que “barr[] la escalera a cu= alquier precio, con sangre si no había otro modo, para que Florentino Ariza subiera hasta donde él se lo había propuesto sin calcular muy bien su propia fuerza” (256), es clara en Sass= afrass, Ciprés & Indigo= . Al igual que las tres hermana= s, protagonistas de Shange, Leona Cassiani es una = mujer que se amolda a los cambios de la época, que aprende y sube en la escala por sus propios méritos, sin olvidar sus tradiciones.  Aunque sin trazar paralelismos imposibl= es con la novela de Shange, lo  que importa aquí es consignar el= tono y alcance del Realismo Mágico en otros ´corpus´ y en otras lenguas, pues, como afirma Saldívar:

By examining the historical and ideological intertextual forces that produced her magic realism in Sassafras, Cypress & Indigo, we can supplement pr= evious studies of African American literary production. To be sure, Shange´s new narrative is a “mulatta” text, with a two tone heritage. She speaks in an always distinct and resonant voice, a voice that “signifies” on black male vernacular and me= stizo Latin American magic realist traditions (89).

 

El= rescate de la historia y de las tradiciones vernaculares, la preminencia en toda América de una multiculturalidad pujante       (como lo indica la meditación de Ga= rcía Márquez en su discurso del Premio Nobel) y, en definitiva, una actitud rompedora, emplazatoria de los esquemas morales= y sociales heredados de esa Europa, es lo que le da actualidad permanente a e= sta novela, El amor en los ti= empo del cólera.  En sus páginas la figura femenina adqui= ere una fuerza arrasadora y definitoria de rumbos: la madre de Florentino Ariza, Tránsito Ariza, una mujer sin educación, construye una fortuna y renueva la casa, para apoyar los sueños de amor de su hijo; esto la lleva a tener en su puño a las damas de  apellidos largos, cuyas joyas le pertenecen en empeño.  La Tía Escolática<= /span> –solidaria-- es “un refugio de comprensión y afecto para la hija solitaria = de un matrimonio sin amor” (84) y se convierte en cómplice de los amores, ya q= ue ella nunca pudo realizar los propios.  Fermina Daza, la hija de un inmigrante cuyos negocios oscuros no le permitían acceso al Club Social, impuso su planta y su estilo en esa socied= ad decadente que comía almojábanas con cubiertos de plata. En ese  nuevo mundo” “[l]as mismas dama= s de alcurnia que al principio la menospreciaban y se burlaban de ella por ser u= na advenediza sin nombre, se desvivían porque se sintiera como una de las suya= s, y ella las embriagaba con su encanto” (211).

 

 

            La mirada femenina: ¿marginal?

 

Esa descripción de mujeres proactivas y hacedoras probablemente tenga arraigos = en su propia existencia, pues al referirse a los 18 meses en que estuvo escribiendo Cien años de soledad, e= l autor confiesa que “[n]i siquiera sé cómo hizo Mercedes durante esos meses para q= ue no faltara ni un día la comida en la casa” (Discurso en el Homenaje en Cartagena). 

 

De= hecho, los personajes femeninos poseen una mirada que escudriña vetas de la realid= ad, ocultas para todos, menos para ellas. Alguna vez García Márquez declaró que= :

            Lo único nuevo que podría inte= ntarse para salvar la humanidad en el         siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo. […] la           hegemonía masculina ha malbarata= do una oportunidad de diez mil años.    […] Las humanidad está condenada a desaparecer en el siglo XXI por la degradación del medio ambiente.  El poder masculino ha demostrado    =      que no podrá impedirlo, por su incapacidad de sobreponerse a sus      intereses.  Para la mujer, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación genética (169).

La= alusión se refería a la destrucción ecológica del planeta y en [20] El amor en los tiempos del cólera —una obra con la que el gobierno de la cuenca= del Río Magdalena hoy promueve el Turismo[21]--, presenta la conjun= ción entre lo culto y la fuerza de las leyendas populares.  Estas se revisten del misterioso sabor = de la selva depauperada del Río Magdalena, cuando pasan al texto de la novela con= los visos del cuento oral y en el puro estilo del Realismo Mágico.  No vemos aquí mariposas amarillas sino = el acto mágico de los pollitos “tiernos y descoloridos que parecían proliferar entre los dedos de un pordiosero” (465). Fermina Daza es la única que ve es= te acto de magia: es la mirada que advierte los estragos ecológicos y, luego, = es la primera en reaccionar ante el peligro de las convenciones impuestas, por= que casi pisando los pollitos, suben conocidos que “hasta hacía poco la habían acompañado en su duelo” (465).

 

La= honda comprensión de la naturaleza humana –la más desnuda y la más auténtica— se encarna en dos mujeres ‘marginales’. Florentino Ariza es solo una bisagra e= ntre dos mundos aparentemente opuestos y donde tanto Leona Cassiani como Fermina Daza se encumbran y edifican. El amor de la primera—o la fórmula inventada = de la segunda, parecida al amor[22] —sugieren un paso en = el papel de las mujeres en la transición entre siglos. 

 

Le= ona Cassiani se encumbra a pulso, por el estudio y el trabajo, sin perder su identidad:  seguía siendo igual que aquella tarde en el tranvía, con sus mismos vestidos de cimarrona alborotada, sus turbantes locos, sus arracadas y pulseras de hues= o, su mazo de collares y anillos de piedras falsas en todos los dedos:  una leona de la calle” (256-7). Y se ha= bía encumbrado, solo para allanarle el camino a él. En la caracterización hecha= por el narrador observamos valores como la lealtad, la eficiencia –callada, además—, la capacidad organizativa y salvadora que mantuvo la CFC a flote.<= span style=3D'mso-spacerun:yes'>  Pero en ella vemos un tipo de amor desprendido, mas no desfasado en un romanticismo sentimentaloide, sino una percepción clara de su lugar en la realidad de sus propias necesidades de m= ujer y de la vida del hombre que amó, sin falsas expectativas.=

 

El= día que Florentino Ariza la encuentra “sola en el escritorio, absorta, seria, con u= nas gafas nuevas que le hacían un semblante académico” y le propone ‘matar la p= iel de tigre’ –“Dime una cosa, leona de mi alma […] ¿cuándo es que vamos a sali= r de esto?” (257), enfrentamos otra lección vital, de las muchas que encierra es= ta obra, en la respuesta de Leona:

                        --Ay, Florentino A= riza –le dijo--, llevo diez años sentada aquí   =     esperando que me lo preguntes.

                        Ya era tarde:  la ocasión iba con ella en el tranvía de mulas, había estado siempre con ell= a en la misma silla en que estaba sentada, pero =        ahora se había ido para siempre.  La verd= ad era que después de tantas   perrerías soterradas que había hecho por él, después de tanta sordidez       soportada para él, ella se le había adelantado en la vida y estaba mucho            más allá de los veinte años de = edad que él le llevaba de ventaja:  habí= a           envejecido para él. Lo quería ta= nto, que en vez de engañarlo, prefirió      seguir amándolo aunque tuviera que hacérselo saber de un modo brutal.

                        --No –le dijo--.  Me sentiría como acostándome con el hij= o que     nunca tuve (258, énfasis).<= /span>

 

            La obra toda de García Márquez= –y esta en especial—demuestra no solo que las mujeres sa= ben hacer “cuentas astrales” (Discurso Homenaje en Cartagena), sino que poseen = un sentido de la realidad y una capacidad de resistencia que a ellas mismas sorprende, en retrospectiva.  En El amor en los tiempos del cólera la naturaleza humana se presenta desnuda, con= sus flaquezas y miserias, pero con una poeticidad tajante de la lengua coloquia= l, que acerca cada página a la recepción lectora, donde –dirían Jakobson o Iser—el texto se completa, porque el lector se lo apr= opia como suyo, lo integra a su propio conocimiento de vida, a su experiencia diaria. 

 

Es= este punto al que ha llegado la obra de García Márquez, a la coyuntura donde el texto comienza a dejar de ser del autor, para comenzar a ser de la gran masa lectora.  Llegará el día en que Gar= cía Márquez será citado por frases como estas, sin saber que salieron de su plu= ma:

            --“Esta comida está hecha sin = amor” (303).

            O se aludirá a su conocimiento= de la convivencia por entender las peripecias de la mujer casada:

            -- “Era un marido perfecto:  nunca recogía nada del suelo, ni apagaba= la   luz, ni cerraba una puerta” (304).<= /o:p>

            Y hasta las feministas podrán solazarse acerbamente con críticas como esta: “Siempre se sintió viviendo u= na vida prestada por el esposo:  sober= ana absoluta de un vasto imperio de felicidad edificado por él y solo para él.  Sabía que él la amaba más allá de todo,= más que nadie en            el mundo, pe= ro solo para él:  a su santo servicio” (303, énfasis).

                        =

En= las meditaciones de Fermina Daza, y a través de sus recuerdos, se vierte, quizá= s, la más aleccionadora de las frases de esta novela:  Los hombres somos unos pobres s= iervos de los prejuicios –le había dicho [su esposo] alguna vez—. En cambio, cuando una mujer decide acostarse con un hombre, no hay talanquera que no salte, ni fortaleza que no derribe, ni consideración moral alguna que no esté dispues= ta a pasarse por el fundamento:  no hay = Dios que valga” (448-9).  La vida le dio ocasión para mostrarlo, casi al final de su existencia.

 

En definitiva, se tendrá que reconocer la clarividencia de meditaciones como e= sta:  Es increíb= le cómo se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no” (448).  En estas sentencias, tan familiares a t= odos por su tono popular, prevalece la certidumbre del amor y la posibilidad del humano encuentro, a pesar de tanto desencuentro. 

 

Es= tas reflexiones se vierten, como apunta el crítico Claudio Guillén con una ‘singularidad y exactitud’ que hablan de la mejor estirpe castellana, pero = nos vuelven (y aquí puntualizamos nuestra premisa original, subvirtiendo un poc= o la intención del crítico)  a la renova= dora propuesta hispanoamericana en el ámbito total de la lengua española:  “Cada palabra está en su sitio, como ca= da nota en una gran partitura musical, con una oportunidad y exactitud que son indivisibles de la concisión…” (Guillén cxxv-i)= .

 

Y = cada palabra está en su sitio precisamente porque está recreando la profusión de nuestra crónica.  Difícil ha sido p= ara los que trajeron la lengua española en 1492, entender el vuelco renovador que esta fue tomando, cerca de 1888.   

 

Hemos afirmado en este ensayo q= ue tanto el Modernismo como el Realismo Mágico –y los movimientos nacidos en América-- renovaron la literatura en lengua ‘castellana’. Este aserto, consignado en la historiografía literaria, es aún tema de debate y a veces difícil de ‘asimilar’ por los peninsulares.  En este puntual estu= dio de Claudio Guillén, y antes de concederle a Cien años de soledad la cualid= ad de la “exactitud” –aparentemente virtud peninsular—se dice: 

 

                Quiero no obstante volver, antes de terminar, a ese temple, esa mesura,    esa fuerza de contención que contrastan= tan eficazmente con el      prodigioso v= uelo imaginativo de la novela.  

                        Entre nosotros esta postura es ejemplar. No quiero ni recordar los muchos muestrarios que hemos tenido de torrencial = palabrería         hispánica. No han escaseado durante el siglo XX  las tentativas,             algunas muy serias, en que la oferta narrativa no era sino el pretexto         para una exhibición verbal.  Eran ante t= odo aventuras del lenguaje".       (cxxv, é= nfasis).

 

En este juicio se concede, pero= se obsta.  Conde= scending attitude?” --preguntarían los anglosajones.  El Modernismo, la percepción de lo Real Maravilloso y la eclosión de El Realismo enseñan a los detentores de la Modernidad europea una nueva manera de aprehensión de la realidad y no mera “torrencial palabrería hispánica”.  El lenguaje  azoriniano no nos habría servido para dibujar la catedral inextricable de la selva por la que José Arcadio Buendía se perdió sin encontrar el mar.  No es lo mismo, perderse en una selva  ‘iberoamericana’ –término que les es grato—que en un bosque de abetos.  De todos modos, el reconocimiento que implica la tirada de un millón de ejemplares, como homen= aje a García Márquez, es un paso que  demuestra que América ha reinscrito la Modernidad. 

 

Al final, los detentores de la Modernidad europea han concedido:  “Gabriel García Márquez logra dar rienda suelta a una portentosa imaginación, sin dejar de utilizar la lengua de todos. <<Escribe como Dios>>, decía mi padre, Jorge Guillén […] [con] autenticidad originar= ia…” (cxxvi).  Como Dios –acotamos--porque el esc= ritor ejerce el ritual iniciático de nombrar las cosas.

 

A = la larga, este reconocimiento es la confirmación de que se recogen los lastres de la Modernidad

           

 

Conexión 4: el amor a la escritura, como propuesta

 

En= sus palabras de aceptación al homenaje de la tirada de un millón de ejemplares, García Márquez esboza sutil pero convincentemente una posibilidad: “Los lectores de Cien años de soledad son hoy una comunidad que si viviera en un mismo pedazo de tierra, sería uno= de los veinte países más poblados del mundo” (Discurso).  Para nosotros los lectores, seres human= os en un mundo –no ya en una América nuestra—sino en un planeta estragado por la violencia y el ansia de poder, suena luminosamente esperanzador que este au= tor diga que “ahí está una gigantesca cantidad de personas que han demostrado c= on su hábito de lectura que tienen un = alma abierta para ser llenada con mensajes en castellano” (Discurso, énfasis= ), porque eso significa que hay millones de personas –literalmente—cuya apertu= ra mental y espiritual puede proponer alternativas reales.

 

Co= mo bien dijo el autor en ese momento, hay un “desafío” para los escritores, poetas, narradores y educadores de nuestra lengua:  alimentar esa sed y multiplicar= esa muchedumbre”. A nosotros, receptores del mensaje del Realismo Mágico nos to= ca saber cómo alimentar dicha sed.  Qu= izás la respuesta esté en la fuerza con que el autor de El amor = en los tiempos del cólera nos comunica la avasallante certidumbre del amor: un amor sin tapujos, desafian= te a las convenciones desfasadas: real, tangible y cotidiano. Un amor que, como = la vida, no se rige ni por la edad, ni por la condición, sino por la luz inter= na capaz de darle un vuelco a las leyes del tiempo.

 

Co= mprendemos ese mensaje de amor real –y de avasallante trascendencia—, y la razón por la que este es un ‘libro de cabecera’ en la escena final de la novela, cuando = el Capitán Samaritano, atrapado por la bandera del cólera le pregunta a Floren= tino Ariza cómo resolver el problema y este le contesta “sin pestañear”:

                        --Sigamos derecho, derecho, otra vez hasta La Dorada.

            Fermina Daza se estremeció, po= rque reconoció la antigua voz iluminada = por la gracia del Espíritu Santo, y miró al capitán: era el destino. […]

                        --¿Lo dice en seri= o? –le preguntó.

                        --Desde que nací –= dijo Florentino Ariza--, no he dicho una cosa   = que no sea en serio.

                        El capitán […] mir= ó a Florentino Ariza, su dominio invencible, su            amor    impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más     que la muerte, la que no tiene límites= .

                        --¿Y hasta cuándo = cree usted que podemos seguir en este ir y      =    venir del carajo? –le preguntó.

                        Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía            cincuenta y tres años, siete me= ses y once días con sus noches.

            --Toda la vida –dijo.= (473, énfasis).

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA

 

Araúz, Amado. “Oro, ferrocarril y choque de culturas en Panamá”. El Talingo, La Pren= sa  dic. 1999:  14-7.

 

Cortés, Hernán. Cartas de relación de la conquista de México. 4. ed.  México, Espasa-Calpe Mexicana,= S.A., 1961.

 

Díaz del Castillo, Bernal.  Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.  Madrid:  Historia 16, 1984.  2 vols. =

 

García Márquez, Gabri= el. Cien años de soledad.  Edición Conmemorativa. Real Academia Española de la Lengua.  Grupo Editorial Norma, S.A., 2007.=

 

---.  “¿Cuáles son las prioridades de la humanidad para las próximas décadas?”  Revista: Conversación sin barreras.  Blanco, José A., María Isabel García y María Cinta Aparisi. Boston: Vista, 2004, 169.

 

---.  Discurso de Gabriel García Márquez en su Homenaje en Cartagena.  Jornada Ina= ugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española.  Cartagena de Indias. 26 de marzo de 200= 7.

 

---.  El amor en los tiempos del cólera<= /b>.  Bogotá:  La Oveja Negra, 1985.

 

---.  “Gabriel García Márquez (influencias)” Youtube. Document= al. 2 minutos. 26           jul. 2007.

 

---.  “La soledad de América Latina” Discurso de aceptación del Premio Nobel    1982. Ciudad Seva, 25 jul. 2007.   <http://www.ciudadseva.= com/textos/otros/ggmnobel.htm>

 

Ma= rtí, José.  Nuestra América. = 2a. ed.  Prólogo de Juan Marinello; selección y    notas, Hugo Achugar; cronología, = Cintio Vitier. Caracas: Biblioteca          Ayacucho, 1985.

 

Ri= vera, Pedro.  El Gabriel García Márquez que yo conozco.”  <= /span>Confe= rencia en    La IV Feria Internacional del = Libro. Salón Chaquira, Centro de      Conve= nciones Atlapa. 16 de mayo de 2007.

 

Rivera de la Cruz, Marta.Intertexto<= /b>, Autotexto= : La importancia de la     r= epetición en la obra de Gabriel García Márquez,  Espéculo: Revista            de Estudios Liter= arios. Nº. 6, 1997. Internet.  5 jul.  2007.

 

Saldívar, José David. The dialectics of our America: genealo= gy, cultural critique, and literary history.  Durham : Duke University Press,



[1] La autora es panameña residente en los Estados Unidos; en varias oportunidades= ha merecido el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró en la sección Ensayo= .

[2] Tomado de "= ;El Caracol y la Sirena", Cuadrivio, Editorial Joaquín Morti= z, S. A. , México, 1964., cit. en : http://www.dariana.com/critica.html#anchor581403

[3] Tomado de "= ;Mensaje en honor de Rubén Darío”, escrito por Borges, en 1967.

http://www.dariana.com/critica.html#anchor581403 

[4] Conferencia en = La IV Feria Internacional del Libro.  Sal= ón Chaquira, Centro de Convenciones Atlapa. 16 de = mayo de 2007.  

[5] Esta designació= n se refiere al clero.  Véase el estudio= de Ricaurte Soler:  Clase y nación en Hispanoam= érica.  Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana, 1976.

[6] Discurso  de Gabriel García Márquez en su homenaj= e en Cartagena durante la jornada inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española.  26 de marzo de 20= 07.

[7] Título del discurso de aceptación del Premio Nobel, 1982.

[8] Véase Rivera de la Cruz, Marta.Intertexto, Autotexto: La importancia de la repetición en la obra de Gabriel García Márquez,  Espéculo: Revista de Estudios Literarios, ISSN 1139-3637, . 6, 1997. Internet.  5 jul.  2007.

[9] Narrado por el autor en el videoclip  “Gabriel García Márquez (influencias)” = Youtube. Documental. 2 minutos. 26 jul. 2007.<= /p>

[10] Originalmente publicado en Tientos y diferencias, de Alejo Carpentier.  Montevideo: Arca, 1967.  Tomado de la edición Calicanto:  Buenos Aires: Calicanto Editorial, 1976, pp. 83-99.  <= /o:p>

[11] El martes 9 de = enero de 1493 anota una descripción de los manatíes, a los que llama “serenas”.=

[12]  En la Segunda Carta de Relación de H= ernán Cortés al Emperador de España Carlos V, enviada el 30 de octubre de 1520.

[13]  La obra, en dos tomos, fue concluida en= 1575.

http://www.mexicomaxic= o.org/Tenoch?Tenoch1.htm 25 = jul., 2007.

[14] Originalmente publicado en Tientos y diferencias.  Montevid= eo: Arca, 1967.  Tomado de la edición Calicanto:  Buenos Aires: Calicanto Editorial, 1976, pp. 83-99.  <= /o:p>

[15] José Saldívar ahonda en este contrapunto entre Realismo Mágico, Real Maravilloso y Surrealismo en “The Real and the Marvelous”, en The dialectics of our America: genealogy, cultural critique, and literary history.  Durham: Duke Unive= rsity Press, 1991.

[16] Aquí usamos la diferencia explicada por Claudio Guilén   entre “relato, historia y narración”, = en la Edición Conmemorativa de Cien años de soledad,  p. xcviii, presentada en el Homenaje en Cartagena durante la Jornada Inaugural  del IV Congreso Internacional de la Len= gua Española. Real Academia Española.  = Grupo Editorial Norma.

Para documentar este hecho, véase A Man, a plan, a canal, Panama [videorecording] a WGBH pr= oduction in association British with the [Boston]: WGBH Educational Foundation, 1999, c1987. 

[18] Gabriel García Márquez.  La soled= ad de América Latina”

[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo= ]  Ciudad Seva,= 25 jul. 2007. <http://www.ciudadseva.com/textos/otros/ggmnobel.htm>

[19]  Y aquí usamos el verbo en sus connotaci= ones, la evidente de doblar y la de ‘mover con garbo’, porque la propuesta  postmoderna se acoge mejor a la realidad americana hoy.

[20] Véase el texto:=   “¿Cuáles son las prioridades de la huma= nidad para las próximas décadas?” 1992© Reprinted by permission of Carmen Balcells, S.A., en: Revista: Conversación sin barreras.  Blanco, José A., María Isabel García y = María Cinta Aparisi. Boston: Vista, 2004, 169.

[21] Véase el Regist= ro de Prensa donde se consigna el nombre de un buque llamado “Florentino Ariza”. =

https://letralia.com/130/1001colera.htm=

 

[22] “…pero mientras= ella lo besaba por primera vez estaba seguro de que no habría ningún obstáculo para inventar un buen amor.  No = lo hablaron esa primera noche en que hablaron de todo hasta el amanecer, ni ha= bían de hablarlo nunca.  Pero a la larga, ninguno de los dos se equivocó” (219-20).

------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020_files/themedata.thmx Content-Transfer-Encoding: base64 Content-Type: application/vnd.ms-officetheme UEsDBBQABgAIAAAAIQDp3g+//wAAABwCAAATAAAAW0NvbnRlbnRfVHlwZXNdLnhtbKyRy07DMBBF 90j8g+UtSpyyQAgl6YLHjseifMDImSQWydiyp1X790zSVEKoIBZsLNkz954743K9Hwe1w5icp0qv 8kIrJOsbR12l3zdP2a1WiYEaGDxhpQ+Y9Lq+vCg3h4BJiZpSpXvmcGdMsj2OkHIfkKTS+jgCyzV2 JoD9gA7NdVHcGOuJkTjjyUPX5QO2sB1YPe7l+Zgk4pC0uj82TqxKQwiDs8CS1Oyo+UbJFkIuyrkn 9S6kK4mhzVnCVPkZsOheZTXRNajeIPILjBLDsAyJX89nIBkt5r87nons29ZZbLzdjrKOfDZezE7B /xRg9T/oE9PMf1t/AgAA//8DAFBLAwQUAAYACAAAACEApdan58AAAAA2AQAACwAAAF9yZWxzLy5y ZWxzhI/PasMwDIfvhb2D0X1R0sMYJXYvpZBDL6N9AOEof2giG9sb69tPxwYKuwiEpO/3qT3+rov5 4ZTnIBaaqgbD4kM/y2jhdj2/f4LJhaSnJQhbeHCGo3vbtV+8UNGjPM0xG6VItjCVEg+I2U+8Uq5C ZNHJENJKRds0YiR/p5FxX9cfmJ4Z4DZM0/UWUtc3YK6PqMn/s8MwzJ5PwX+vLOVFBG43lExp5GKh qC/jU72QqGWq1B7Qtbj51v0BAAD//wMAUEsDBBQABgAIAAAAIQBreZYWgwAAAIoAAAAcAAAAdGhl bWUvdGhlbWUvdGhlbWVNYW5hZ2VyLnhtbAzMTQrDIBBA4X2hd5DZN2O7KEVissuuu/YAQ5waQceg 0p/b1+XjgzfO3xTVm0sNWSycBw2KZc0uiLfwfCynG6jaSBzFLGzhxxXm6XgYybSNE99JyHNRfSPV kIWttd0g1rUr1SHvLN1euSRqPYtHV+jT9yniResrJgoCOP0BAAD//wMAUEsDBBQABgAIAAAAIQB6 ti0ExAYAAI8aAAAWAAAAdGhlbWUvdGhlbWUvdGhlbWUxLnhtbOxZ3W7bNhS+H7B3EHTv+k/yT1Cn sGU73Zq0Re126yUt0xIbSjREOqlRFNgTDBjQDbsZsLtd7KbA9kwdtu4hdkjJMmnTTRNkQDEsBgKJ +s7hx3PI71Di3XsvE+pc4IwTlvbc+p2a6+A0ZHOSRj336XRc6bgOFyidI8pS3HPXmLv3jj//7C46 EjFOsAP2KT9CPTcWYnlUrfIQmhG/w5Y4hWcLliVIwG0WVecZugS/Ca02arVWNUEkdZ0UJeB2CjbO HDuPFgsSYvd4435EoY9UcNkQ0mwinePCRsPOz+sSwdc8oJlzgWjPhZ7m7HKKXwrXoYgLeNBza+rP rR7fraKjwoiKA7aa3Vj9FXaFwfy8ofrMolnZqef5Xqtf+lcAKvZxo/aoNWqV/hQAhSGMNOdi+mw3 Aq/AaqD80uJ72B426wZe89/c49z35c/AK1Du39vDj8cBRNHAK1CO9/fw/qA7GJr+FSjHt/bw7Vp/ 6LUN/woUU5Ke76FrfqsZbEZbQhaM3rfCu743bjcK51sUzIZydskuFiwVh+Zagl6wbAwACaRIkNQR 6yVeoBDmcYAomWXEOSVRDBNviVLGobnWqI1rTfgvf566UhlFRxhp1pIXMOF7TZKPw8OMLEXP/RK8 uhrk+co5YSImYdGrcmJY3EdppFu8/+W7v3/6xvnrt5/fv/k+73QXz3X8EKfR1wSlH+oARrsNw7sf 3v7x+9t3P377569vLP77GZrp8ClJMHce4kvnCUtgcJYR4Fl2PYtpjIhu0U8jjlIke7H4H0H8dPTD NaLIghtAJHTcswxkxgY8Wb0wCE/ibCWIxeODODGAZ4zRAcusUXgg+9LCPF2lkb3zbKXjniB0Yes7 QKmR59FqCfpKbC6DGBs0H1OUChThFAtHPmPnGFtG95wQI65nJMwYZwvhPCfOABFrSKZkZsymrdF9 kkBe1jaCkG8jNmfPnAGjtlEP8YWJhNWBqIX8FFMjjCdoJVBiczlFCdUDfopEbCM5WWehjhtxAZmO MGXOaI45t9k8ymC8WtIfgMTY035G14mJzAQ5t/k8RYzpyCE7D2KULG3YCUljHfsFP4cpipzHTNjg Z8xcIfIe8gDicSjdzwg20n21GjwFddUpbSeIfLLKLLk8wcyYv5M1XSCspAbE39D0hKRXCvyOtPv/ nrSfkTSMmWVEtyXqdtdGRq4p5/2MWNfT/R0RP4Tble6AZXPy6Sv3EK3SxxgWy375+l+4/xdu9z8v 3IfW8+3L9VahQbzl1jXfrKute3Jw574glE7EmuJTrjbvHOrSfAyN0k69t+LyTW4Zw6VcydCBgYsy pGycjImviIgnMVrCDr/uSicRL1xH3FkyDht/1Wz1LfF0lZyxef7CWq/Ll9NcPDgS2/aaX7bDy4bI 0a329iWsdK/YRupleUNA2l6HhNaZSaJpIdHeNMogqVdzCJqFhBrZrbDoWlh0pPtNqvZYALUyK7Bx cmC71XN9D0zACN6pEMVzmac81ZvsqmTeZqYPBdOYAbCL2MyAbaa7kuvB4cnR5VPtIzJtkNCmm0lC RUbVMB4j+CajPqcUKSwWxF6UtzSum+vuNqUGPRmKzWrY0mh3PhSMm+Ya7Ha1gaa6UtDUuey5raYP UyZEy567gBd/uEyWMHe43PAiGsH3s1Bk+YK/ibIsMy6GiMd5wJXo5GqQEIEzh5Kk58rhl7OBpkpD FLd6AwThkyXXBVn51MhB0s0k48UCh0JPu9YiI53fgsLnq8D6VJnfHCwt2QrSPYnnl86MrrInCKaY 367LAM4Jh+8/9TyacwIfNEsh286/ncJUyK7+RVHNobwd0WWMioqii3kOV1Je0lF3ZQy0u2LMEFAt JEUhnEWywOpBNappWTVyDger7tVGMnKaaG5rpqEqsmraxdToYVMGdmJ5syKvsdqEGMqlXuFz6d6V 3O5G63b2CWWVgICX8bNU3Y8oCBq1bWcGNcl4X4alZhetZu3YDPAKah9TJLTi09q43YlbWSOs3UHj jSo/2O3OWmhabPaVKtLq7EM/nGCzFyAeQ/gMvKKCq1TC0UOGYEM0UdUylw1YIi9FsTTgylllpOe+ qvl9L2j4QaXW8UcVr+nVKh2/36z0fb9ZH/n12nDQeA2FRcRJ3c/PXcbwIYqui9MX1b53ApNsvrXd CVlSZepkpaqIqxOYesM4gclPU5ypPGBxHQKi86rVGHeb3UGr0m32xxVvOOhUukFrUBm2gvZwPAz8 Tnf82nUuFNjrNwOvNepUWvUgqHitmqTf6VbaXqPR99r9zsjrvy62MTDyXD6KWEB4Fa/jfwAAAP// AwBQSwMEFAAGAAgAAAAhAA3RkJ+2AAAAGwEAACcAAAB0aGVtZS90aGVtZS9fcmVscy90aGVtZU1h bmFnZXIueG1sLnJlbHOEj00KwjAUhPeCdwhvb9O6EJEm3YjQrdQDhOQ1DTY/JFHs7Q2uLAguh2G+ mWm7l53JE2My3jFoqhoIOumVcZrBbbjsjkBSFk6J2TtksGCCjm837RVnkUsoTSYkUiguMZhyDidK k5zQilT5gK44o49W5CKjpkHIu9BI93V9oPGbAXzFJL1iEHvVABmWUJr/s/04GolnLx8WXf5RQXPZ hQUoosbM4CObqkwEylu6usTfAAAA//8DAFBLAQItABQABgAIAAAAIQDp3g+//wAAABwCAAATAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAABbQ29udGVudF9UeXBlc10ueG1sUEsBAi0AFAAGAAgAAAAhAKXWp+fAAAAA NgEAAAsAAAAAAAAAAAAAAAAAMAEAAF9yZWxzLy5yZWxzUEsBAi0AFAAGAAgAAAAhAGt5lhaDAAAA igAAABwAAAAAAAAAAAAAAAAAGQIAAHRoZW1lL3RoZW1lL3RoZW1lTWFuYWdlci54bWxQSwECLQAU AAYACAAAACEAerYtBMQGAACPGgAAFgAAAAAAAAAAAAAAAADWAgAAdGhlbWUvdGhlbWUvdGhlbWUx LnhtbFBLAQItABQABgAIAAAAIQAN0ZCftgAAABsBAAAnAAAAAAAAAAAAAAAAAM4JAAB0aGVtZS90 aGVtZS9fcmVscy90aGVtZU1hbmFnZXIueG1sLnJlbHNQSwUGAAAAAAUABQBdAQAAyQoAAAAA ------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020_files/colorschememapping.xml Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/xml ------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020_files/image001.png Content-Transfer-Encoding: base64 Content-Type: image/png iVBORw0KGgoAAAANSUhEUgAAAn4AAAAFCAYAAADbquFLAAAAAXNSR0ICQMB9xQAAAAlwSFlzAAAO xAAADsQBlSsOGwAAABl0RVh0U29mdHdhcmUATWljcm9zb2Z0IE9mZmljZX/tNXEAAACLSURBVGje 7dihDQJBEIbRkcgrA0kJSMpAIimBrQJJGcgrAUkZSCSsoIGfrLhcnngNTCbfZLdaawUAwPoZAgDj jkrVptsTuxC7dzORs1AtI5Rb0YsdRS92Fb3Yo/sQedubv2hU7uAWxqb6DW7k8r6EL/YUvdhN9GIn 0YvtPE6BlX02Df+WnwwWAGB5vkHnrvbvNj1bAAAAAElFTkSuQmCC ------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020_files/header.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"





------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20 Content-Location: file:///C:/E9059864/file8020_files/filelist.xml Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/xml; charset="utf-8" ------=_NextPart_01D6B6B1.E3091C20--