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La Antigua (ISSN 1010-8483; e- ISSN L 2710-7612
N° 84, Julio- Diciembre 2020<= o:p>
pp. 124 - 127
Enrique
Jaramillo Levi, docente ,
escritor
Con una vasta experiencia en los temas relaciona= dos con la literatura panameña, el autor idéntica las principales característic= as que definen el cuento en Panamá. De igual manera, el artículo presenta una lista de los escritores panameños más destacados en este género literario.<= o:p>
Palabras clave: literatura, literatura panameña,
escritores, cuento.
Abstract:
With a great experience in topics related to Panamanian literature, the author
identifies the main characteristics that define the short story in Panama.
Similarly, the article presents a list of the most prominent Panamanian wri=
ters
in this literary genre.
Keywords: literature,
Panamanian literature, writers, short story.
A veces hay una secreta porosidad que pone en
relación la sensibilidad de los artistas, sus conceptos más personales, inc=
luso
su visión de mundo. Puede ser una =
simple
casualidad o haber razones para las coincidencias, ya sea de orden
emotivo, intelectual, social o
ambiental, entre otras. No siempre=
se
tiene conciencia del fenómeno. Incluso podría llegar a haber sospecha de un
posible plagio, no siendo necesariamente así.
Aunque hay ideas y conceptos que, sin duda, solo=
a
los genios se les ocurren, y a ciertos sabios de mucho estudio y conocimien=
tos,
en términos generales las ideas son universales, no son propiedad de nadie;=
su
razón de ser preexiste a los supuestos creadores, y solo esperan ser
descubiertas o puestas en práctica por una muy aguda sabiduría o por el pod=
er
inmanente de la intuición.
En el mundo del arte, como en el de las ciencias=
y
la tecnología, no es extraño que coincidan determinadas fantasías o
descubrimientos, que puestos en práctica tras múltiples experimentaciones o
intentos de innovar, pasan de ser simples atisbos de la inteligencia, ramal=
azos
de luz en las tinieblas, para ingresar al complejo mundo de las posibilidad=
es.
Y más de un artista o científico puede haber estado rumiando similares
acercamientos a la solución de un problema o a la ejecución de una obra de =
arte
de gran originalidad, al mismo tiempo que otros colegas, cada quien desde su
singular perspectiva, o incluso desde una perspectiva casi idéntica. Se
trata de afinidades comunes, a vec=
es
sorprendentes.
En la literatura, es decir, en los procesos de
creación literaria, también ocurren estas coincidencias cada tanto tiempo,
porque si bien el mundo es ancho y ajeno, también, como se dice vulgarmente=
, a
veces es un pañuelo. En todo caso, un escritor que se respete aspira siempr=
e al
mayor grado de originalidad y perfección formal posibles, sabiendo que siem=
pre
habrá limitaciones insoslayables e, incluso, imperceptibles. Aspirar a la
perfección será por tanto la meta consciente o inconsciente del novelista, =
el
poeta o el cuentista como misión de vida y de trabajo, y hasta de sobrevive=
ncia
emocional dentro del caos y los absurdos que conforman las entretelas de la
cotidianidad.
Acaso hoy, más que nunca, quepa hacernos esta
reflexión frente a la amenaza ominosa de la pandemia que nos acosa. Aunque =
para
muchos puede no ser fácil desconectarse de una realidad externa tan agresiv=
a y
sin tiempo conocido de finalización, al mismo tiempo tenemos ahora todo el
tiempo del mundo debido al encierro obligado para ponernos a pensar y a cre=
ar.
Sé lo difícil que es, lo estoy viviendo, al igual que muchos colegas. En
cualquier caso, estos juicios de valor buscan conjurar de manera parcial, al
menos anímicamente, la actual situación de desgaste, por lo que espero que =
a la
larga sirvan para algo.
Es archisabido que en Panamá el género literario=
que
más destaca en cuanto a libros de buen nivel publicados desde mediados del
siglo xx, es el cuento. Seguido en alta calidad, aunque no en número, por l=
os
de poesía. En cambio, la novela, y más lejanos el ensayo y los textos
teatrales, van desde siempre a la zaga, en ese orden. Prevalecen, por tanto,
los buenos contadores de historias, los que se esmeran por tramar sucesos
verosímiles y caracterizar personajes creíbles relatando mediante técnicas
atractivas o, al menos, diferentes, los que los lectores sensibles pueden
disfrutar en su aspecto humano, pero también por el lado del logro estético
propio de la sensibilidad del autor. Y, por supuesto, hay cientos de razones
por las cuales las historias pueden llegar a ser memorables, entre ellas su
capacidad de tocar hondamente las fibras de la empatía del lector, su senti=
do
de la solidaridad, los estrujantes gajes de su soledad.
Todavía hoy, cuando leemos los cuentos en buena
medida olvidados de poetas que empezaron a darse a conocer también como
cuentistas a finales del siglo xix como Darío Herrera, Gaspar Octavio Herná=
ndez
y Ricardo Miró, mucho antes de que aparecieran por ejemplo los cuentos
magníficos de un Rogelio Sinán, comprendemos que la vena poética no pocas v=
eces
alimenta la densidad perdurable de muchas ficciones, y que por tanto los
experimentos de hibridación genérica en boga ya eran en aquella época mater=
ia
orgánica de la habilidad literaria de aquellos distinguidos precursores. No
olvidemos que el primer libro de cuentos publicado por un panameño fue Horas
Lejanas (1903, Buenos Aires), del =
poeta
modernista Darío Herrera, quien mereció grandes elogios por esa obra en su
tiempo, ficciones que todavía hoy leemos con deleite si nos tomamos el trab=
ajo
de repasarlas en nuestra Biblioteca Nacional.
En
lo que va del siglo xxi el cuento panameño ha ampliado considerablemente su
espectro, su influencia en otros géneros y, sobre todo, sus quilates
artísticos. Desde narradores vivos de ficción breve como Álvaro Menéndez
Franco, Ernesto Endara, Enrique Chuez, Justo Arroyo, Pedro Rivera, Moravia
Ochoa, Enrique Jaramillo Levi, Griselda López, Benjamín Ramón, Giovanna
Benedetti, Beatriz Valdés E., Consuelo Tomás F., Carlos O. Wynter Melo, Melanie Taylor Herrera, Roberto Pérez-F=
ranco,
Claudio de Castro, Lupita Quirós Athanasiadis, Carlos Fong, Yolanda Hacksha=
w,
Pedro Luis Prados, Aida Judith González Castrellón, Jairo Llauradó, Isabel
Herrera de Taylor, Gonzalo Menéndez González y José Luis Rodríguez Pittí;
pasando por otros destacados autores como Ariel Barría Alvarado, Félix Arma=
ndo
Quirós Tejeira, Allen Patiño, David Róbinson, Eduardo Soto, Francisco J.
Berguido, Leadimiro González, Alberto Cabredo, Javier Medina Bernal, Rodolf=
o de
Gracia R., Luigi Lescure, Héctor M. Collado, Héctor Aquiles González y A. Morales Cruz.
Además, una cantidad muy estimable de nuevas voc=
es
-algunas muy recientes- tales como Lilian Guevara, Sonia Ehlers, Dimitrios Gianareas,
Annabel Miguelena, Klenya Morales =
de
Bárcenas, Isabel Burgos, Lissete Lanuza Sáenz, Eduardo Jaspe Lescure, Danae
Brugiati Boussounis, Arturo Wong Sagel, Nicolle Alzamora Candanedo, María L=
aura
De Piano, Marco Ponce Adroher, Cheri Lewis, Olga de Obaldía, Pedro Crenes Castro, Ela Urriola, Marib=
el
Wang González, Leocadio Padilla, Gilza Córdoba, Gerardo Bósquez Iglesias, E=
yra
Harbar, Dionisio Guerra, Gloriela Carles Lombardo y Arabelle Jaramillo, ent=
re
otros.
Es importante destacar que cada uno de estos
cuentistas mantiene su independencia ideológica y formal sin someterse a
tendencias de moda. Por tanto, la diferenciación es sorprendente entre sus
obras. Son más de 100 las nuevas voces narrativas que surgen en lo que va d=
el
siglo xxi, muchas de las cuales son mujeres. Adicionalmente, de los buenos
cuentistas de otros países que residen en el nuestro y aquí han publicado al
menos un libro de cuentos sobresaliente, cabe mencionar a Carolina Fonseca,
María Pérez-Talavera, Joel Bracho Ghersi y Yoselín Goncalves (venezolanos) =
y a
Silvia Fernandez-Risco y Yolanda Ríos vda. De Moreno (mexicanas).
Aunque =
son
muchos los autores que se forman por sí mismos porque su talento es innato y
logra mantenerse en el tiempo, la tesonera vigencia de un Diplomado en Creación Literaria durante=
17
años en la Universidad Tecnológica de Panamá, así como los talleres literar=
ios
dictados por varios escritores (Carlos Fong, Carlos Oriel Wynter Melo, Enri=
que
Jaramillo Levi, Salvador Medina Barahona, Ariel Barría Alvarado,
fundamentalmente) han aportado su cuota de practicidad en el mejoramiento d=
e la
escritura creativa en el país, al igual que el reto de los concursos litera=
rios
locales y la existencia de varias pequeñas editoriales conducidas con el de=
bido
rigor crítico por autores del patio. Habría que añadir, por supuesto, la
existencia de la longeva revista cultural Maga, en donde no pocos talentos
muestran sus primeras armas, publicación que aunque fundada en 1984 por Enr=
ique
Jaramillo Levi, desde 2008 es el órgano de divulgación literaria de la UTP.=
Como investigador literario y antologador de vie=
ja
data puedo certificar que en este momento hay en Panamá más de 150 cuentist=
as
vivos de al menos cuatro generaciones, con obra publicada. Una fuente de
acreditación -no la única- es el sitio web cultural de la Universidad
Tecnológica de Panamá, denominado Directorio de Escritores Vivos de Panamá,
cuya vigencia documentada continúa actualizándose. Está de más decir que no
todos los autores ahí citados tienen la misma trayectoria ni mucho menos
iguales logros literarios, pero sin duda toca a los críticos e investigador=
es
nacionales y de otras latitudes deslindar responsablemente calidad auténtic=
a,
de simple cantidad o bien de obras mediocres.
El hecho es que nuestra literatura goza de buena
salud, sobre todo en el cuento y la poesía, y debe ser conocida y divulgada=
por
quienes disfrutan sabiendo que la realidad y la imaginación -en el arte
inseparables-, junto con el precioso don de la mejor escritura, continúan vigentes.
Panamá, mayo 2020